Es responsabilidad sacrosanta de la ingeniería civil el proyectar, construir y mantener las infraestructuras durante todo el ciclo de vida de las mismas, con vistas a que perduren tanto como sea razonable esperar. La gestión de los puentes existentes es esencial para evitar que se produzcan derrumbes. Sin embargo, bastante amplia es la cifra de puentes que, desafortunadamente, han caído.
Ejemplo paradigmático de negligencia se ha vuelto el caso, tristemente, del derrumbe, hace 4 años, del puente Morandi, en Génova, cuya estructura oxidada y decadente fue ignorada durante años. Sin embargo, tampoco se quedan atrás otros como el del Arroyo Guazú, en Argentina, expuesto a un entorno natural agresivo, o más recientemente, el del viaducto de la A-6 en Galicia. Las grandes cargas de tráfico, la exposición a entornos agresivos y la falta de mantenimiento y previsión figuran, por tanto, entre las principales causas de los derrumbes de puentes.
Y si ninguna excusa puede justificar tragedias como la del Morandi —un puente construido durante la década de los 60, cuando BIM no era, tal vez, siquiera imaginable— ahora que el Modelado de Información de Construcción es el presente de la ingeniería civil, el listón de la duración de la vida útil debe estar, como mínimo, en la cantidad de siglos que se han mantenido en pie las pirámides egipcias.
Factores ambientales, pero también humanos
Hoy en día, miles de puentes en todo el mundo presenta algún tipo de deficiencia estructural, por mínima que sea, y muchos de ellos necesitan por tanto un mantenimiento eficaz, pues se hallan cerca del final de su ciclo de vida. Sin embargo, el coste de la rehabilitación de estas estructuras ya existentes supone una carga adicional para unos presupuestos de mantenimiento que muchas veces ya se encuentran al límite.
Aunque todos los puentes están sujetos a factores que afectan a su estado con el paso del tiempo, como el aumento del tráfico, condiciones meteorológicas adversas, fluctuaciones de temperatura y los agentes corrosivos, la causa de un derrumbe puede atribuirse a la calidad del diseño y la construcción originales.
Los motivos son diversos y desgraciadamente, como ha resultado ser en el caso del derrumbe del puente Morandi, entre ellos se puede hallar una inexcusable negligencia a la hora de realizar las labores de mantenimiento.
Sin embargo, hay otras causas que generalmente tienen que ver con datos de diseño inconsistente o con un intercambio de información deficiente entre las partes, además de procedimientos de control de cambios pobres o, más simplemente, un presupuesto insuficiente.
BIM para puentes
El uso de BIM para diseñar, construir y mantener puentes puede ayudar a superar los retos a los que se enfrentan los ingenieros civiles. Sin embargo, la Metodología ofrece otra serie de ventajas a lo largo del ciclo de vida del proyecto. Se trata, por ejemplo, de aspectos como el intercambio de datos fiable y coherente entre los miembros del equipo o los procesos de diseño eficientes mediante el modelado paramétrico. Además, el BIM en puentes permite detectar colisiones de un modo más certero y fluido.
El modelo digital tiene que satisfacer todas las necesidades del proceso, desde la fase de diseño preliminar, pasando por el diseño detallado y la construcción, hasta la fase operativa. En estas distintas etapas intervienen diferentes partes interesadas, por lo que hay que proporcionar interfaces y dar forma a todo el proceso para evitar, en la medida de lo posible, malentendidos, errores y múltiples entradas de datos redundantes.
El BIM italiano, ejemplo para la gestión de puentes
La promulgación del llamado Decreto Génova, 3 meses después del derrumbe, supuso la elaboración de un procedimiento estándar para la gestión del riesgo de los puentes existentes. En el documento se contemplan directrices para la clasificación y gestión del riesgo, la evaluación de la seguridad y la supervisión de los puentes existentes.
Con este marco legal como impulsor nació la iniciativa para la gestión BIM de la clasificación de los puentes existentes PontiSicuri (Puentes Seguros). Con ella, la empresa de Software Harpaceas, su desarrolladora, se ha hecho eco de la necesidad de gestionar la evaluación y el seguimiento del estado de riesgo de los puentes y viaductos existentes con herramientas digitales que pueden hacer que los procesos sean más eficaces y organizados que en el pasado.
Según explicaba el Technical General Manager de Harpaceas, Paolo Sattamino en una entrevista el pasado marzo, el objetivo no es otro que “contribuir a las operaciones de digitalización de datos de documentos que resultan de la aplicación de las directrices del Decreto Génova”. Por su parte, Adalgisa Zirpoli, directora técnica de la División de Cálculo Estructural y Geotécnico de Harpaceas, comentaba que la característica con más impacto sobre la actividad de todos los implicados en la rehabilitación de puentes es un “ambiente extremadamente colaborativo”, cosa que hace del BIM para puentes la mejor elección para acometer los trabajos.
Así pues, otras empresas reman también hacia la completa optimización de los procesos BIM relacionados con el modelado y la construcción de puentes. Es el caso de CSPFea, cuyo CEO, Paolo Segala, explica que en primer lugar “se deben respetar los cánones de una correcta modelización estructural” y posteriormente los de una “correcta modelización ontológica” respecto a los términos BIM de puentes. Todo ello con el análisis estructural como «punto fundamental”. Junto con Midas, desarrollaron el software Midas CIM, con el objetivo de proveer a la industria de una herramienta capaz de alcanzar «los requisitos de una buena modelización BIM para el ingeniero de estructuras de puentes».