El Banco de Desarrollo de América Latina ha lanzado recientemente un documento bastante interesante. Se trata de la Guía básica BIM para funcionarios públicos, redactada por Carolina Soto y Sebastián Manríquez con el objetivo de promover el conocimiento sobre la implementación de la metodología BIM en el ámbito público. Más concretamente, el documento busca “identificar los pasos mínimos para la implementación de BIM dentro de una institución pública”. Para ello ofrece información y “herramientas sencillas que ayuden a los funcionarios públicos a implementar BIM en sus instituciones”.
Según se detalla en la introducción de la Guía, los nueve países miembros de la Red BIM Gob Latam “se encuentran en un grado de avance de la implementación de BIM bastante superior a los países que todavía no cuentan con un mandato o programa BIM impulsado por el Estado”. Con este documento, los países no miembros de dicha institución podrán apoyarse a la hora de trabajar con BIM en el ámbito público, con la garantía de estar siguiendo un rumbo, si no igual, muy similar al de potencias BIM como Chile, país de origen de los susodichos autores.
De hecho, el contenido de la Guía básica BIM para funcionarios públicos bebe bastante de lo indicado en el Planbim Corfo de Chile, de cuya redacción tanto Soto como Manríquez fueron participantes eminentes. Así pues, ambos parten del principio de que “las acciones para la implementación de BIM, tanto en una organización como en un proyecto, deben enfocarse en cuatro pilares: estrategia; personas; estándares y procesos; y tecnología. Esto significa que “el foco de los cambios no debe ser solo software y hardware, sino cómo la organización adopta una estrategia de transformación, cómo aborda el capital humano que tiene y sus necesidades de capacitación, cómo se generan procesos asociados a la digitalización de la organización y, finalmente, la tecnología necesaria para que esos cambios ocurran”.
¿A quién va dirigida la Guía básica BIM para funcionarios públicos?
Sin duda la aparición de un documento como este es un buen augurio para el futuro del BIM latinoamericano. El desarrollo de un proceso de construcción de cualquier activo siempre está condicionado, en mayor o menor medida, según el caso, por el factor público. En este sentido, una de las características más interesantes de esta Guía es su enfoque en los funcionarios públicos vinculados al AEC, pero no las “máximas autoridades de cada institución o los equipos de tecnologías de la información”. La Guía se dirige en cambio a “los niveles medios con poder de influencia en las decisiones de la organización y a sus equipos ejecutores”. Esta puntualización, aclarada por Soto y Manríquez en el documento, es sin duda una de las claves de la colosal empresa de llevar el conocimiento y la operabilidad BIM a las instituciones públicas. Y es que a la hora de hacer BIM la jerarquía evidentemente cuenta, sí, pero no es lo realmente determinante para hacer que los flujos de trabajo funcionen.
Asimismo, la Guía habla de la importancia de construir una hoja de ruta que encauce los esfuerzos y permita “guiar a los equipos en las acciones que deben realizar durante un plazo determinado para el cumplimiento de la(s) meta(s) definida(s)”. Para ello ofrece como referencias a Planbim, la hoja de ruta chilena en materia BIM, la de Costa Rica y la de buildingSMART Canadá. En definitiva, “se recomienda que la hoja de ruta sea un documento gráfico simple y autoexplicativo, ya que esto contribuirá a su difusión y entendimiento”.
La Guía enfatiza la realización de actividades participativas para construir dicha hoja de ruta. Por ejemplo, talleres que involucren a la mayor cantidad posible de personas de la institución, que representen a las distintas áreas implicadas e, idealmente, a otras organizaciones que trabajen con la institución».
Contra la resistencia al cambio
La Guía habla también de identificar y gestionar a las personas proclives y resistentes al cambio durante el proceso de implementación de la metodología BIM en un organismo público, cosa que es sin duda un gran desafío. Para abordarlo, es clave identificar a las personas clave en la organización que serán responsables de la implementación de BIM y asegurarse de que estén bien capacitadas. Asimismo, para lograr superar la resistencia al cambio es de gran ayuda, por ejemplo, crear un equipo liderado por las personas más proactivas e interesadas en la digitalización de la construcción, pues son auténticos activos empresariales, capaces de influir positivamente en el resto de trabajadores y estar comprometidas con el nuevo rumbo hacia el trabajo con BIM. También es crucial informar a las personas sobre los cambios y establecer una comunicación clara, abierta y frecuente, al mismo tiempo que se escuchan y resuelven sus preocupaciones, dudas y preguntas. En resumidas cuentas, se trata de fomentar la participación activa, involucrando a las personas en el proceso de implementación. Al pedirles su opinión, escuchar sus ideas y considerar sus sugerencias, los trabajadores verán aumentada su sensación de equipo, cosa que aumenta, al menos en teoría, su compromiso con el cambio.
Pero no solo es esencial invertir esfuerzos en establecer una buena comunicación interna para paliar la resistencia al cambio. También se hace necesaria a la hora de identificar problemas y pensar soluciones. De acuerdo con la Guía existen distintos métodos para ello, tales como las “entrevistas con integrantes del equipo desarrollador y sus jefaturas, encuestas internas y la revisión de datos históricos de resultados de los proyectos”.
Conclusiones
El funcionariado público desempeña un papel esencial en el éxito de los proyectos bajo metodología BIM. Su conocimiento, experiencia y compromiso son fundamentales para garantizar la correcta implementación, coordinación y gestión de los proyectos en el sector público. Su participación activa y colaborativa es clave para aprovechar al máximo los beneficios de BIM y lograr una transformación efectiva en la forma en que se desarrollan y gestionan los proyectos de construcción.
Los proyectos bajo metodología BIM implican una estrecha colaboración y coordinación entre diferentes departamentos y disciplinas. El funcionariado público actúa como un enlace entre estos departamentos, facilitando la comunicación y la integración de los datos, y la toma de decisiones. Su capacidad para fomentar la colaboración y la sinergia es vital para el éxito de los proyectos.