Al abrir un banco de imágenes y buscar la palabra clave colaboración, suelen aparecer grupos de gente vestida con americanas, reunidos “para disfrutar de su colaboración” y levantando la mano de forma triunfante porque han conseguido hacer un buen trabajo, simplemente”. En BIM, sin embargo, no hay nada más lejos de la realidad cuando buscamos colaborar. Muchas veces implica una “lucha constante al enfrentarse a decisiones de otros”. El día a día al final transcurre entre “dudas por falta de claridad con los conceptos y los procesos”.
Y en este punto Sánchez lo dejaba claro: “De nada nos sirve tener los mejores las mejores herramientas, los mejores programas o las mejores máquinas si detrás de todo eso no hay una gestión de personas, de procesos y de la propia implementación”. ¿Por dónde empezar, entonces? ¿Qué hacer para que los dientes de un equipo se engranen en la rueda de un flujo de trabajo?
Uno de los puntos de partida fundamentales para lograr las metas en términos de Colaboración BIM es, según Sánchez, la comunicación. “De nada nos sirve tener un equipo en el que presumamos de colaboración si sus miembros no son capaces de comunicarse entre ellos. Tiene que estar claro cómo y qué está haciendo cada uno”.
Si cada vez que se establece comunicación con un colaborador somos capaces de responder a las preguntas qué, por qué, cómo, cuándo lo necesito y quién debe entregármelo, entonces la comunicación habrá sido eficaz. ¿Y qué se consigue con esto? Reducir un porcentaje enorme las incidencias derivadas de “yo entendí que, yo creía que, es que no me habías dicho que, etcétera”.
“Y ojo, porque esto que parece tan sencillo, no siempre es tan claro. Entender o gestionar los procesos de comunicación (entendida como intercambio de información, la mayoría de las veces) de forma que nadie sea imprescindible, porque el acceso a la información está completamente disponible. Es lo que se conoce como la estrategia del autobús, en la que he de garantizar que la máquina siga funcionando si un autobús se lleva por delante a uno de mis compañeros”.
Todo esto provoca la necesidad de ejercer la colaboración BIM con entornos comunes de datos. Se trata de llegar a trabajar con espacios de intercambios de la manera más cercana a lo recomendado por la ISO 19650. Evitar a toda costa que el flujo de trabajo se vea frenado por las vacaciones del responsable de una carpeta, por la sustracción imprevista de su portátil durante un viaje de negocios o la simple pérdida en el asiento del taxi.
Conectando personas para una mejor Colaboración BIM
Muy en la línea de Evelio Sánchez, los ingenieros Luiskar Espinoza y Juan Carlos Orellana abordaron el tema “Tecnologías y personas conectadas en cada etapa del proyecto”. A la hora de implementar BIM como parte de la estrategia de transformación digital de las empresas, es fundamental establecer una hoja de ruta que contemple las acciones a tomar para implementar BIM de acuerdo con estándares y con un flujo de trabajo bien engrasado. Sin embargo, más importante aún es “construir un equipo fuerte” que sea capaz de llevar esa implementación a buen puerto. Y eso, sin un entorno común de datos, es más bien difícil.
Establecer la comunicación entre los diferentes equipos y miembros del proyecto implica hacerse cargo del control de versiones, uso compartido de archivos, marcas de revisión, nomenclaturas, flujos de aprobación, etc. También es posible enviar documentación a un mandante y que éste la apruebe o simplemente recibir una aprobación sin necesidad de que la persona me avise porque llegan automáticamente avisos llega a correo electrónico.
Establecer colaboración BIM en un equipo de trabajo formado por personas procedentes de diversas disciplinas y/o de diversas empresas implica sumarlas a una sola plataforma. Existe un coordinador general que puede ser un BIM Manager que se encarga de organizar toda esta data para mantenerla ordenada también. ¿Qué pasa si estamos hablando de empresas pequeñas o con presupuestos más estrechos? En ese caso, es recomendable partir por algo muy básico como, simplemente, un gestor documental que permita compartir información con el equipo.
Encuesta Nacional BIM
El profesor Mauricio Loyola expuso los resultados de la Encuesta Nacional BIM, un estudio realizado por la Universidad de Chile que “tiene por misión medir observar el crecimiento de la adopción de BIM en Chile con carácter trienal”. La encuesta se concentra únicamente en los profesionales que están haciendo proyectos, “literalmente desde Arica a Punta Arenas”.
En 2019 un 34% de los encuestados eran usuarios regulares de BIM mientras que un 29% era usuario ocasional. Tres años más tarde estos porcentajes han aumentado, respectivamente, a un 41 y un 31%, mientras que un 20% de la muestra consultada dice no estar usando BIM. Loyola citaba a Everett Rogers, autor de la teoría de difusión de innovaciones, para explicar que “la masa crítica para que una tecnología se difunda irreversiblemente es del 50%”. Los usuarios ocasionales son ese grupo que está usando BIM de una manera menos colaborativa, menos estandarizada y con menos intensidad.
De los resultados también emana que un 46% de los usuarios regulares son arquitectos, un 41% son ingenieros y un 26%, constructores. Ahora bien, ¿qué gremio ha hecho el mayor esfuerzo de implantación desde 2016? Seis años atrás los ingenieros contaban con un 16% de uso; hoy en día son más del doble, por lo que, como decía Loyola, “si alguien se merece aplauso en esta encuesta bien son los ingenieros y especialmente los ingenieros estructurales”. Así pues, los usos de BIM más comunes son la visualización y revisión de arquitectura, la elaboración de planos y documentos, la visualización y revisión de especialidades y la coordinación.
El BIM Forum Chile de este año dio para mucho más. A continuación dejamos el link a Youtube… ¡Por si te interesa saber más!
